La historia de la educación de la América debe tener a este infatigable obrero de la inteligencia, como a uno de sus auténticos precursores doctrinarios, y la cultura del Nuevo Mundo, como el más alto exponente del pensamiento libre en medio de un ambiente amanerado y hostil.
jueves, 12 de junio de 2008
SIMÓN RODRÍGUEZ
La historia de la educación de la América debe tener a este infatigable obrero de la inteligencia, como a uno de sus auténticos precursores doctrinarios, y la cultura del Nuevo Mundo, como el más alto exponente del pensamiento libre en medio de un ambiente amanerado y hostil.
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